Soy Investigador clínico por más de veinte años, en un país donde dedicarse a tal actividad es un tema marginal y desatendido. Las dificultades son muchas, empezando por la falta de financiamiento y terminando por la indiferencia de un sistema diseñado y perpetuado sólo para la atención de pacientes. En visto de ello es fácilmente explicable la situación en la que se encuentra el Perú en términos de producción científica con respecto a sus pares en América latina, como México, Chile, Argentina, ni qué decir de Brasil que nos lleva millas de distancia.
El ejercicio de la Medicina ha cambiado muchísimo en la última década, no sólo por la introducción de nuevas tecnologías en el diagnóstico y tratamiento sino además por la transición epidemiológica en el desarrollo de enfermedades y por la necesidad de, en un país como el nuestro, conjugar la persistencia de endemias ancestrales con el manejo de enfermedades que ahora podemos tratar con eficacia debido a que el acceso a la salud y a servicios especializados ha mejorado considerablemente debido a la mejora de la situación económica.
Por tal motivo, la emisión de un reportaje de ATV en relación a un tipo de investigación -el desarrollo de ensayos clínicos de nuevas drogas- ha sido presentado de manera tendenciosa, como "el MINSA ofrece como conejillos de indias a 28 millones de peruanos" y tomando como estandarte a un tema judicializado, pero sin resolución final, hace más de cuatro años. No deja de provocar desazón ya que induce a los ciudadanos a desconfiar de procedimientos donde la honestidad, la transparencia y la confianza son sus bases fundamentales.
La dirección periodística de ATV puede alegar que su reportaje ayudará a que la persona supuestamente afectada acelere la expedición de su sentencia y que el "posicionar" el tema en referencia se ayudará a detener los supuestos abusos del personal de salud en el enrolamiento de pacientes para ensayos clínicos. Creo que tal alegato es endeble y carente de sentido ético, si se quiere hacer la denuncia hay que presentar pruebas. Entiendo que el verdadero periodismo de investigación debe ser minucioso y cuidadoso en la confrontación de fuentes y pruebas. De no ser así ¿cuál es la diferencia con la prensa amarilla? es decir, lanzar una denuncia infundada para que los implicados apuren el trabajo de aclaración -que los periodistas debieron de hacer previamente es decir manchar y hacer que el otro limpie.
Esto podrá ser una nueva estrategia informativa pero tiene un gran problema: lesiona seriamente la confianza, daño a veces irreversible o que tarda mucho tiempo en recuperarse.
La investigación en ensayos clínicos en el Perú se ha venido regulando en forma sostenida durante los últimos diez años. Las autoridades correspondientes en el Ministerio de Salud, en la oficina ad-hoc del Instituto Nacional de Salud, cuentan ahora con dispositivos legales y recursos humanos para revisar, aprobar y fiscalizar el trabajo de investigadores clínicos. Otro tanto lo realizan los Comités de ética en Investigación, quienes se encargan de velar por la seguridad y el respeto de las personas que participan en estos ensayos clínicos. Entre otras cosas, son sometidos a evaluación: el diseño de investigación y sus procedimientos, la idoneidad, competencia y experiencia de los investigadores, la comprensión e idoneidad de los documentos que recibirán los pacientes, los riesgos y beneficios de los procedimientos, la no tolerancia a ningún medio de coerción ni represalia contra los pacientes, las compensaciones por complicaciones atribuibles a los procedimientos del estudio, así como la oportunidad de acudir al Comité de ética en caso la persona sienta que sus derechos han sido vulnerados.
Pero se puede decir que todo esto no es suficiente y en cierta medida es razonable pensar así. Como en toda relación médico paciente existe una zona de penumbra, como en un confesionario, donde lo conversado y acordado queda dentro de los rígidos muros de la comunicación privada entre dos personas. En tal sentido, el investigador clínico debe de tomar todas las precauciones posibles para evitar las interpretaciones equivocadas o torcidas malintencionadamente. La experiencia indica que ante la mínima sospecha de un conflicto potencial es mejor no ingresar un paciente al estudio y dejar que siga su tratamiento por la vía convencional.
Y aquí viene el otro punto: el tema moral. Se debe asumir que la investigación es un tema de vocación y no comercial. Que tal actividad debe tener una remuneración justa y de acuerdo al estándar internacional no tengo duda. Por tal motivo, los honorarios percibidos no debieran ser motivo de escándalo o sospecha y tambien de fuente generadora de envidias profesionales. No pocas veces este tipo de denuncias nace de los entornos vecinos a los equipos de investigación.
Es claro que los periodistas no deben de revelar sus fuentes pero sí tener la sagacidad de discriminar cuando están frente a un tema brumoso e inmoral y cuando son utilizados como meros portapliegos de mezquinos intereses particulares o de pequeñas envidias domésticas.