viernes, 8 de abril de 2016

#KeikoNoVa


Fuente: Ubícate 

Una entre las tantas calamidades que trajo el fujimorato  a nuestro país y a las generaciones venideras fue la perversión de la moral pública. El fin que justifica los medios, el todos contra todos, el éxito a toda costa -no importando si en el camino quebramos principios, instituciones o personas-, la mentira como medio de cambio, la negación del otro y de las verdades, el no llamar las cosas por su nombre, la componenda clandestina, la comisión por “negocios”, el reglaje de los opositores, la denigración del que piensa distinto a uno, el arrasar como medio de avance, la no construcción de consensos. La lista podría continuar.

Los casos criminales, algunos ya están judicializados y por esos delitos (no errores) Fujimori, Montesinos y muchos de sus cómplices (pero no todos) purgan condenas en la cárcel. Otros delitos y otros cómplices esperan juicios y el reconocimiento de los delitos. Pero alguien podría decir que no todos pueden pagar por los responsables directos, pero si se asume un proyecto político que reinvidica el pasado lo mínimo esperado es el reconocimiento y la solicitud de perdón y hacer lo posible para que los presuntos culpables sean juzgados y las víctimas tengan una reparación moral y económica.  

A estas alturas de la elección no podemos mover al fujimorismo de su cómodo primer lugar. La lucha continua para la segunda vuelta.

Pero si creen que el fujimorismo ha cambiado entonces cómo se pueden explicar las decisiones del JNE; el psicosocial del “Golpe de Estado” que circuló por Whattsapp y las redes sociales horas antes de la marcha contra otro 5 de abril; o, las revelaciones sobre los aportantes de la campaña de Keiko en los Panama Papers.

Otra pregunta que no se quiere responder es por qué miles de personas salen a la calle a protestar contra solo uno de los candidatos, Keiko Fujimori, por qué cientos de intelectuales y académicos firman una carta sobre la misma candidata y no contra otros.

La respuesta podría estar en que a diferencia del resto aquella candidata representa una buena parte de la política peruana más nefasta (la otra es Alan García, pero de aquel se encargaron Fernando Olivera y el menos de 5% de intención de voto) que muchos de nosotros no queremos repeir pues el fujimorismo rela no ha desaparecido permanece agazapado, en estado latente, esperando nomás limpiarse por la vía electoral para mostrarnos su más toxico rostro.


Por eso, #KeikoNoVa