miércoles, 24 de agosto de 2016

El acto médico en entredicho


Extracción percutánea de cálculos

Fuente: www.ocurology.com

Un ambiente libre de bacterias es una utopía. Sin embargo, este ideal nos es vendido continuamente por los fabricantes de jabones, detergentes, desinfectantes y afines. Las bacterias, sean patógenas o inocuas viven sobre todas las superficies imaginables, incluidas la piel y la de los ambientes hospitalarios. La desinfección de alto poder como la que ocurre en la sala de operaciones elimina los patógenos pero no todas las formas vivientes y en todo caso lo hace en un ambiente confinado a los límites del llamado “campo operatorio”. Por otro lado, tanto el uniforme de los cirujanos como el material quirúrgico son estériles. De todo el universo de operaciones la posibilidad de infección pos operatoria es mínima o incluso rara.

Estos comentarios vienen a colación con el penoso caso de la paciente con cálculos renales que sufrió la amputación de las zonas distales de sus extremidades luego de una infección generalizada. Con el paso de los días la información médica ha ido apareciendo y aclarando ciertas dudas que me permiten esbozar algunas conclusiones al margen de las que han dado otros médicos.

La orina contiene minerales que se excretan como desechos metabólicos, entre ellos el fosfato de amonio, calcio, magnesio, sodio, potasio, bicarbonato, entre otros. En casi todos los casos eliminamos estos minerales sin ningún daño. En algunas personas la infección urinaria por gérmenes que desdoblan la urea (un producto de desecho del metabolismo de las proteínas) generan un ambiente “alcalino” que favorece la cristalización de los fosfatos que precipitan con el magnesio y forman un cálculo llamado de struvita o coraliforme que adopta la forma del sistema colector renal y el uréter (una forma parecida a un coral). El cálculo puede llegar a obstruir por completo la salida de orina y con el tiempo anular por completo la función del riñón obstruido. Primera conclusión, el cálculo en mención es secundario a una infección, segunda conclusión, la paciente mencionada tenía solo un riñón funcionante acaso el otro fue anulado por los cálculos. La formación de estos cálculos puede tomar entre 4 a 6 semanas y no dar síntomas. Un riñón anulado no afecta la función renal pues el que queda asume la tarea que debieron realizar ambos.

La litotricia es una técnica de sonido que rompe los cálculos, como un gran sismo controlado que destruye los cristales pero no está exenta de complicaciones y su eficacia en el mejor de los casos llega a cerca del 70%. Es decir, no hay seguridad que se eliminen los cálculos por completo. Debido a la forma tortuosa del cálculo, la eliminación de los cálculos se hace en forma combinada, litotricia más la extracción de los residuos mediante la colocación de una sonda que ingresa a través de la piel. A veces no basta una sola intervención y se debe repetir una o las dos técnicas. En todo caso, la infección urinaria se trata con antibióticos y los procedimientos e hacen con la orina “limpia”.

La paciente en mención regresó al hospital ante la ausencia de micción. Acaso un residuo del cálculo tapó el uréter del único riñón funcionante. En este caso el tratamiento es colocar una sonda para destapar la obstrucción y salvar el único riñón útil.

Se menciona que la bacteria implicada es la Pseudomonas sp. Esta bacteria es un habitante “natural” de los ambientes hospitalarios vive en medios acuosos como lavabos, baños, agua para floreros o duchas. Más aun, crece espontáneamente en las zonas húmedas del cuerpo como axilas, zona perineal (genital) u orejas. Lo de espontáneo merece una pequeña explicación: las bacterias viven en colonias, las diferentes especies se anulan entre sí y alcanzan un equilibrio ambiental, cuando una colonia muere por efecto de antibióticos y/o desinfectantes, otras colonias crecen sin oposición.

Es posible que la Pseudomonas sp. Se haya adquirido dentro del ambiente hospitalario o habiéndose colocado el catéter en condiciones óptimas se haya colonizado en los días siguientes a partir de las bacterias de la piel de la propia paciente. Incluso existe la posibilidad de la adquisición de tal bacteria en la unidad de cuidados intensivos, hecho que puede suceder incluso en los centros que cuentan con medidas apropiadas de bioseguridad. Las infecciones intrahospitalarias son un riesgo en todos los hospitales del mundo.

¿Cómo una infección urinaria desemboca en necrosis de dedos de manos y pies? Dos explicaciones, las toxinas bacterianas pueden generar un proceso rápido y masivo de trombosis intravascular (coágulos que tapan las arterias), entre las bacterias causantes esta la Pseudomonas sp. como Staphyllococcus, Streptococcus, entre otras. La otra explicación descansa en el hecho de que si la paciente estaba en una condición llamada shock séptico, cuando entre otras complicaciones la presión arterial cae peligrosamente, los fármacos usados provocan que una contracción arterial que aumenta la presión pero que en algunos casos pueden generar una necrosis.

En cualquier caso, estamos hablando de un caso penoso que merece nuestra empatía y una rehabilitación física y psicológica. Pero de allí, hablar de negligencia sin las pruebas y la pericia necesaria, de mencionar prisión preventiva, retiro de pasaporte (¿?) –solo basta una requisitoria-, embargo preventivo de bienes es de una audacia malsana.

Primero la investigación y discreción del caso. Algunas evidencias nunca van a poder ser recogidas, no por dolo sino por la naturaleza de los eventos. A las partes involucradas, a ambas, mantener la cordura y la razón por sobre las emociones. Al periodismo, primero investigar antes de hablar, pensar antes que calificar, disculparse ante los exabruptos ya mostrados y sobre todo no anteponer el rating al dolor humano.

Este caso va a generar discusiones secundarias, ya lo estamos viendo. Los argumentos no deben provenir de la revancha ni la indignación irracional. Debemos preparar los mejores argumentos por el bien común y nosotros, los médicos, buscar sobre todo el mejoramiento continuo.

Es todo. Por ahora.

  

viernes, 3 de junio de 2016

Reflexiones al borde del abismo


Foto del muro de Facebook de Heduardo Rodriguez 

Fuerza Popular funciona como una empresa donde Keiko Fujimori sería dueña de la marca, Joaquín Ramírez su tesorero y Jose Chlimper haría las veces de CEO. Sería una organización organizada y compartamentalizada (si cabe el término). Fuerza Popular tiene una misión: el poder y de su visión prefiero no ahondar.

Por eso, carece de doctrina ya que tiene objetivos y metas. Del mismo modo no logra acuerdos políticos de consenso, consigue alianzas estratégicas, sin importar de dónde proviene el apoyo si le es útil a sus intereses. Eso explicaría sus adhesiones recientes: mineros ilegales, transportistas ilegales.

En una sociedad que ha crecido en nombre del éxito personal y donde el logro de metas es lo más importante, no sorprende que en un sector de la población sea inmune a las múltiples evidencias de corrupción en Fuerza Popular. Cuando el emprendedurismo ha calado tan hondo, los valores no importan, en realidad no se conocen y encima no dan dinero.

Valores como democracia, libertad de prensa o independencia de las instituciones por eso suenan tan extraños, en una empresa o en una corporación no se admiten las disidencias, para eso te canbias de trabajo o simplemente te despiden.

Pero esta reflexión a la inversa conlleva un pequeño problema, pequeños para aquellos, grande para nosotros. No nos podemos cambiar de país tan fácil (en todo caso no millones de personas como en Medio Oriente) sin provocar una crisis de proporciones y el colapso del país y no nos pueden despedir a todos (deportar o lo peor, “desaparecer”).

En este país debemos convivir todos y nos queda claro que las cosas como están, con una corrupción rampante y el narcotráfico infiltrando todo, nos llevan a un inviable modelo de sociedad. Nos ha costado mucho en término de años de vida perdidos, de muertes y colapsos económicos para volver a un régimen totalitario que persigue y destruye la disidencia, que deforma la verdad en su provecho, que toma el Estado como un botín y una estructura catalizadora de sus propios negocios o los de sus secuaces y leales seguidores.

En cierta medida, la campaña de Keiko Fujimori ha reeditado la campaña de su padre contra Mario Vargas Llosa, repasen las mentiras, la manipulación de la información, el desprecio a las denuncias, el populismo sin vergüenza, el ataque venal basado en la construcción de pruebas falsas. Keiko es su padre si no nos hemos dado cuenta, pero 25 años después.

La sociedad es otra, le quedan las cicatrices de la oprobiosa dictadura y por lo tanto desde un sector no despreciable, nos encargamos de recuperar la memoria, de luchar por las libertades y por el deseo de una sociedad mejor, la que todos merecemos. Pero del otro lado, los esbirros de la dictadura se han reciclado y otros se han diversificado. En aras del emprendedurismo arrasan con las reglas democráticas y de convivencia. Otros, sobre todo los del pasado ostentan un ajuar democrático pero siguen siendo sus “topos”, ellos añoran los años del pensamiento único y del modelo salvador. Añoran la aplanadora del fujimontesinismo.    

Ante esta dicotomía, las elecciones son un plebiscito entre democracia y dictadura encubierta, entre diversidad en armónica convivencia y totalitarismo, entre ciudadanos de verdad y consumidores o receptores de programa de ayuda social. Como en algunos episodios de nuestra vida republicana nos hemos colocado otra vez muy cerca del abismo, pero ahora la posibilidad de alejarnos de él la tenemos en nuestras manos o mejor dicho, nuestros votos.

Tenemos este 5 de junio la oportunidad de implantar un punto de quiebre, de desplazar al narcoestado y a la corrupción que conlleva, de no caer en la violencia, de sentar paulatinamente las bases de una nueva sociedad. Nadie dice que será fácil. Muchas batallas nos esperan, pero al menos lo haremos en libertad, con la capacidad de escuchar a todas las voces y de llegar a consensos.

De eso se trata este domingo, de construir un Perú mejor.


viernes, 8 de abril de 2016

#KeikoNoVa


Fuente: Ubícate 

Una entre las tantas calamidades que trajo el fujimorato  a nuestro país y a las generaciones venideras fue la perversión de la moral pública. El fin que justifica los medios, el todos contra todos, el éxito a toda costa -no importando si en el camino quebramos principios, instituciones o personas-, la mentira como medio de cambio, la negación del otro y de las verdades, el no llamar las cosas por su nombre, la componenda clandestina, la comisión por “negocios”, el reglaje de los opositores, la denigración del que piensa distinto a uno, el arrasar como medio de avance, la no construcción de consensos. La lista podría continuar.

Los casos criminales, algunos ya están judicializados y por esos delitos (no errores) Fujimori, Montesinos y muchos de sus cómplices (pero no todos) purgan condenas en la cárcel. Otros delitos y otros cómplices esperan juicios y el reconocimiento de los delitos. Pero alguien podría decir que no todos pueden pagar por los responsables directos, pero si se asume un proyecto político que reinvidica el pasado lo mínimo esperado es el reconocimiento y la solicitud de perdón y hacer lo posible para que los presuntos culpables sean juzgados y las víctimas tengan una reparación moral y económica.  

A estas alturas de la elección no podemos mover al fujimorismo de su cómodo primer lugar. La lucha continua para la segunda vuelta.

Pero si creen que el fujimorismo ha cambiado entonces cómo se pueden explicar las decisiones del JNE; el psicosocial del “Golpe de Estado” que circuló por Whattsapp y las redes sociales horas antes de la marcha contra otro 5 de abril; o, las revelaciones sobre los aportantes de la campaña de Keiko en los Panama Papers.

Otra pregunta que no se quiere responder es por qué miles de personas salen a la calle a protestar contra solo uno de los candidatos, Keiko Fujimori, por qué cientos de intelectuales y académicos firman una carta sobre la misma candidata y no contra otros.

La respuesta podría estar en que a diferencia del resto aquella candidata representa una buena parte de la política peruana más nefasta (la otra es Alan García, pero de aquel se encargaron Fernando Olivera y el menos de 5% de intención de voto) que muchos de nosotros no queremos repeir pues el fujimorismo rela no ha desaparecido permanece agazapado, en estado latente, esperando nomás limpiarse por la vía electoral para mostrarnos su más toxico rostro.


Por eso, #KeikoNoVa