El
ENAM, examen de conocimientos al que se someten todos los estudiantes de último
año de las facultades de medicina, es un
instrumento de medida del que podemos discrepar acerca de sus alcances y limitaciones,
pero es todo lo que hay. Es uniforme, es el mismo examen que se da en simultáneo
en todo el país.
No
estoy de acuerdo con la decisión de no publicar los resultados. Es cierto, que
el uso de esta información se ha tergiversado, sirviendo como herramienta de
mercadeo pero también es cierto que docentes, alumnos y el público en general
debe conocerlos. Si lo condenable es hacer propaganda, venga de donde venga, lo tonto es
pensar que una prohibición va a detener la necesidad de conocer. Eso solo
aumenta la especulación y los mitos.
Se
critica mucho que el examen mide los cursos de preparación que se hacen el
último año, es cierto que eso influye pero lo que no se ve es que existen
facultades que tienen cursos, y algunas cobran una tarifa adicional a la
pensión, cuyos alumnos no salen bien parados. Lo que se infiere de ello es que
el curso ayuda pero sobre una base académica labrada durante todos los años de
la facultad. Todos los que hemos pasado por la facultad sabemos que eso de
estudiar solo para el examen tiene un límite y asumir que las universidades que
tienen cursos de preparación les va mejor que las que no es tener una visión
parcializada, y cuando no malintencionada, de las cosas. Esta no es cuestión
entre pudientes y los que no lo son, tanto universidades públicas como privadas
lo hacen, pero ya vemos los resultados, si no fuiste medianamente responsable
durante todos estos años, el curso te mejora pero no es suficiente. Es como en
el deporte, no basta con entrenar un tiempo antes de la competencia sino tienes
un cuerpo preparado por los años de entrenamiento. Basta ver el ranking de años
pasados para tener una idea de cómo se dicta la medicina en algunas aulas universitarias
y en ese saco entran las públicas y las privadas
Por
otro lado, la crítica racional al ENAM como medida de todos los años de estudio
debe basarse en su capacidad para medir lo dictado en los cursos de ciencias
básicas. Uno asume que el alumno los debe incorporar como base para los cursos
de clínica, pero la realidad niega este precepto. El paso de los años termina
diluyendo buena parte de los conceptos que se dictaron. Por ello, en los
Estados Unidos hay dos exámenes, una terminando los cursos de básicas y otro al
final de los años clínicos. Vamos a ver si ASPEFAM se compra este encargo que
tendría doble impacto, un mejor instrumento de medición y mayor atención de
docentes y alumnos que le darían una mayor importancia a las ciencias básicas.
Pues es muy importante anotar que formar médicos es en cierta medida formar científicos
y no técnicos en herramientas clínicas o epidemiológicas que es lo que muchas
facultades hacen ahora.
Asumir
que la competencia es dañina es malinterpretar una condición humana. Desde niños
competimos con nuestros pares. La competencia es el mejor antídoto contra la
complacencia ante la mediocridad que ha ingresado como un cáncer en la
profesión médica. Aquella que asume la posición fatalista de que las cosas no
pueden mejorar y que por ello continuamos con los procedimientos inútiles así
como con la cultura de desidia, negligencia e impunidad que lastra varios aspectos
de la profesión médica, la que asume que solo por estar mal pagados estamos
así.
Insisto,
los cambios deben venir desde dentro antes que desde fuera la realidad
gubernamental o corporativa nos termine por aplastar.