miércoles, 7 de junio de 2017

(Se necesita) Doble dosis de Inteligencia


Fuente: 123RF.com 

El pasado 6 de junio se publicó en el Comercio la columna “Doble dosis de emergencia” firmada por José Ignacio Beteta.  El artículo de opinión pretende dar explicaciones sobre la situación de la salud pública y de la ministra del sector pero encierra medias verdades, una dosis de ignorancia y la peligrosa consecuencia de deslizar calumnias.

Antes que nada quiero mencionar que no es mi propósito encubrir malas prácticas clínicas ni avalar las perversiones de un sistema con un pobre control interno. Considero que los mecanismos de auditoría y transparencia deben ser claros, firmes y oportunos.

Para Beteta la decadencia del sector salud está ligada a los errores del SIS pero sobre todo al actuar de los médicos del servicio público, ensayando una perversa generalización al decir que todos estamos inmersos en una corruptela y un carrusel de prescripción de medicamentos con el afán de lucro a costa del Estado. Asimismo aduce que no existen guías clínicas que encaucen nuestra terapia y que en la elaboración del Petitorio Nacional de Medicamentos deben participar los ciudadanos (el autor les llama contribuyentes) para asegurar la transparencia de las decisiones.

Nada más alejado de la verdad, que existan condenables casos de corrupción no nos hace corruptos a todos los médicos. Las guías clínicas nacionales y locales para cada hospital existen y a falta de ellas, en algunas enfermedades, los médicos recurrimos a las internacionales. Además una guía es solo eso, una guía, el diagnóstico y tratamiento de cada enfermo es una decisión individualizada, el problema no es que no existan guías sino que los medicamentos sugeridos por ellas no estén disponibles.

Por otro lado, la elaboración de un Petitorio Nacional es un acto técnico que debe ser realizado por peritos en el área, los cuales deben estar alejados de las presiones y conflictos de interés tanto de la industria farmacéutica de comportamiento poco ético como de las redes de corrupción enquistadas en los procesos de compra. Siendo tal Petitorio un documento de Estado lo que sí sería saludable es que antes de su aprobación pase por un proceso de revisión pública para que incluso los ciudadanos, en forma individual o agrupados, expresen sus opiniones y sugerencias.

La supuesta “pepa” de Beteta no me disgusta, me da pena pues es una mezcla de desconocimiento y conclusiones pobremente acabadas. El artículo no solo informa mal sino que ofrece soluciones impracticables. Es cierto que en su condición de ciudadano Beteta conserva su derecho a opinar pero eso no lo autoriza a generalizar el desempeño profesional de los médicos del sector en afirmaciones que rozan la calumnia.

Uno de los argumentos más pobres de Beteta es reducir el MINSA al SIS cuando solo es una parte del sector. El SIS no cubre a todos los pacientes del ministerio como no todo el MINSA es la salud pública, allí faltan EsSalud, las Fuerzas Armadas y el sector privado, que valgan verdades es el menos regulado de todos.

El sistema de salud ha cambiado mucho en los últimos diez años y les pese o no, el SIS con todas sus inconsistencias y defectos ha logrado que un importante grupo de peruanos accedan a una atención de calidad. La sociedad y el poder adquisitivo ha cambiado, los pacientes están más informados, aunque eso no signifique necesariamente mejor, sus demandas también han aumentado. Todo esto configura un entorno complicado que urge de modificaciones para hacerlo más justo, más accesible  y ético en su conjunto.

El problema planteado en el artículo “Doble dosis de emergencia” excedió las limitaciones de su autor que al parecer lo ha visto como una relación comercial cuando es más que eso, la salud es un derecho humano inalienable, la atención de los enfermos un problema multidimensional. Lo que ha escrito Beteta requería de un análisis informado e inteligente que lamentablemente, para el debate sobre la reforma del sistema sanitario, no ha sido el caso.