En Medicina Interna tenemos cuatro máximas:
Si algo funciona, continua
Si algo no funciona, deja de hacerlo
Si no sabes qué hacer mejor no hagas nada
La cuarta no la voy a mencionar pero los hechos le dan la razón.
Por motivos que la gran mayoría desconoce el hospital donde trabajo (en adelante, mi hospital) no ha sido considerado como centro de atención de casos para contagiados por Covid-19.
Sin embargo,tomando en cuenta que el hospital atiende una población periférica considerable, una medida razonable ha sido instalar una carpa de atención para la evaluación de casos sospechosos de Covid-19, si inicialmente había una pista epidemiológica de viajes previos o exposición a viajeros. Los casos actuales parecen ser autóctonos y alguien con síntomas de infección de tracto respiratorio alto ya se convierte en virtual sospechoso, no solo por la poca disponibilidad logística de las pruebas diagnósticas al momento actual sino por las características técnicas de la prueba, algunos casos pueden escapar a la detección de laboratorio.
Hasta allí, todo bien. La mencionada carpa tiene adecuados sistemas de ventilación y el personal que atiende es proveído de la indumentaria necesaria para estos casos. Más aún, la carpa está localizada en un área periférica del hospital e incluso fuera del área habitual de atención de los casos de emergencia que a su vez está separada del hospital.
En el transcurso de los días, nos enteramos por medios extraoficiales, que existe una comisión ad hoc dedicada a aconsejar a la dirección del hospital sobre las medidas de cómo debería proceder la gestión del nosocomio en esta contingencia.
Sin entrar en detalles de los miembros que conforman tal comisión, nos enteramos que se ha dispuesto, adicionalmente a las medidas de despistaje virológico de casos que llegan a la carpa de tiraje respiratorio, ya sea la cuarentena domiciliaria o la referencia a los centros autorizados por el Ministerio, la creación de dos servicios adicionales: una sala de hospitalización para enfermos con confirmación o sospecha de Covid-19 y una sala adicional para pacientes respiratorios sin Covid-19 (que inicialmente han estado en la primera sala mencionada). La primera sala quedaba a cargo de neumólogos e infectólogos y la segunda a cargo de internistas. Ambas salas ya están dentro del área hospitalaria, la primera sala esta en un pabellón que comunica dos ambientes a través de un corredor, el personal circula libremente entre ambas salas y no se ve que al salir se desinfecten los coches de insumos o camillas. Si se ve que tienen la indumentaria apropiada. La otra sala está en un ambiente separado pero es parte de un gran pabellón comunicado por corredores con otros ambientes hospitalarios. Estamos hablando de salas antiguas con grandes ventanales que permanecen abiertos.
Aquí aparecen los problemas, para comenzar mi hospital no ha sido designado como hospital de referencia Covid-19, aparte de las tareas de despistaje inicial, los casos sospechosos o confirmados deberían ser derivados a los centros autorizados o a su domicilio, dependiendo de su condición clínica. En caso de la cuarentena domiciliaria se debería asegurar una vigilancia clínica presencial o a distancia para detectar complicaciones, que de presentarse debían ser manejadas en los centros autorizados.
El albergue conjunto de sospechosos y confirmados en un espacio común que NO cuenta con adecuados sistemas de ventilación, aunque si de distanciamiento de camas, abre la potencialidad de que un sospechoso no infectado se convierta en tal al compartir el espacio con los casos reales. Peor, aún guardando todas las medidas de bioseguridad existe la posibilidad (ya demostrada en otras latitudes) de que los trabajadores de salud se contagien.
Estamos hablando de trabajadores que circulan en otras áreas del hospital como la cocina, la central de limpieza, las salas de coordinación de personal técnico y enfermería o incluso médicos que libremente caminan por otros servicios del hospital, lo que abre la posibilidad adicional de que algunos contagiados por vía nosocomial (asintomáticos o en etapa de latencia) puedan a su vez diseminar el virus en otro personal sanitario o pacientes con condiciones crónicas que los ponen el mayor riesgo de complicaciones.
Es entonces donde se cuestiona la pertinencia de convertirse en centro de referencia cuando originalmente no ha sido así -salvo disposición reciente no hecha pública- abriendo la posibilidad de expandir el virus dentro del hospital o incluso en la comunidad. El personal de salud muchas veces viaja en transporte público y regresa siempre a sus casas a reencontrarse con su familia. El cuestionamiento parte además de la premisa de que los centros autorizados aún no llegan ni a la mitad de su capacidad límite. Uno se pregunta entonces si es sensato y necesario abrirse nuevos frentes y exponer al personal sanitario a una exposición innecesaria.
Ya se ha repetido varías veces y lo dicen los expertos, esta no es una carrera de corto plazo sino de largo aliento ¿para que quemar los recursos antes de tiempo? .
Las epidemias no sólo desencadenan comportamientos instintivos en la población que pueden ser contraproducentes sino que desnudan las carencias del sistema, en este caso el micro sistema de mi hospital donde al parecer a las medidas tomadas les faltan un poco de inteligencia sanitaria y epidemiológica sino además algo de sentido común, donde hay una arriesgada mezcla, supongo involuntaria, de una pizca de falta de cautela, una pizca de afán de figuración y otro poco de ir más allá de sus propios límites.
Como todo proceso de gestión tiene adeptos y detractores, lo que no se puede soslayar es que tal proceso debe pasar por un escrutinio permanente y una capacidad de enmienda.
Tal parece que aquí se han agitado innecesariamente las aguas que estaban tranquilas -ya que dentro de las limitaciones de distanciamiento social se siguen hospitalizando enfermos de las patologías usuales aunque en menor número- sugiriendo que las decisiones tomadas no parecen ser haber sido bien reflexionadas. Siempre existe la posibilidad de asesoramiento extra así como escuchar incluso opiniones divergentes para tomar una decisión bien informada y analizada.
La estrechez de recursos, como el caso específico de las pruebas diagnósticas y trajes de protección, nos obligan a no exponer libremente a nuestro recurso humano y logístico que buena falta nos hará si, como no queremos, la situación epidemiológica se desborda.
Es hidalgo entonces repasar críticamente lo andado y enmendar el rumbo como parece ser el caso. Seguir las máximas expuestas inicialmente constituye un paso adelante para tomar medidas sensatas también se aprende de la experiencia ajena, que es profusa y en casi su totalidad de acceso libre en la internet.
Los médicos estamos del mismo lado, detener la epidemia al menor costo humano posible.
Sobre la cuarta máxima no expuesta, mis colegas la entenderán y para evitar herir susceptibilidades solo mencionaré que tiene que ver con algo parecido a “zapatero a tus zapatos”.
miércoles, 25 de marzo de 2020
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