jueves, 22 de mayo de 2014

Selfies de la Huelga


 
Fuente: Perú21
 
Hace un par de días mi jefe, quien es un entusiasta gremialista, me comentó que iba a participar en la marcha de los médicos huelguistas. Hasta allí todo bien. Pero luego me dijo que se iba a llevar a todos los internos. Parece que no esperaba que le respondiera que eso no era correcto ya que eran estudiantes y no tenían nada que ver en el asunto. A lo que me respondió que la marcha debía verse multitudinaria. Pero eso depende de la capacidad de convencimiento de los líderes, le dije y, en todo caso debe ser voluntario.

Me preocupa la participación de estudiantes, pues no dudo que muchos de ellos están en la marcha, llevados por obligación o en marcha espontánea por solidaridad,  para pasar el rato o vivir la experiencia. Pero al mismo tiempo me pregunto si nuestros estudiantes tienen una conciencia clara de los problemas sanitarios y aquellos derivados del ejercicio profesional. Una generación que, en su mayoría, vive secuestrada dentro del omnipresente mensaje de optimismo y diversión. Una situación que se complica a la pobre información y las hondas contradicciones del discurso a ambos lados del conflicto: autoridades y gremialistas. Para empeorar las cosas los medios de comunicación no salen del paradigma de que las huelgas solo producen marchas violentas, gritos destemplados y abandono de pacientes. Verdades a medias que aclararé en un futuro post.

Si esta huelga sirve para que los jóvenes tomen conciencia y una mirada crítica del entorno donde pronto trabajarán, enhorabuena. Pero fiel a mi escepticismo crónico me parece que estudiantes y marchas de protesta de los profesionales no es buena combinación pues me preocupa que los jóvenes crean que esa es la única forma de reclamar y además, que las actitudes propias de la juventud, como por ejemplo, la toma de selfies durante la marcha, conviertan en banal cualquier reclamo, amén del consiguiente riesgo personal ante potenciales golpes o gases lacrimógenos, a los cuales no están acostumbrados.

Ni violentas ni banales, la actitud de los médicos en estas marchas demuestran que hasta para reclamar se requiere de una buena dosis de mesura, firmeza e inteligencia.