miércoles, 4 de junio de 2014

Médicos en su Laberinto


El gran problema de los directivos actuales de la Federación Médica, del grupo que actualmente controla el Colegio Médico y los cuerpos médicos de los hospitales es que viven atrapados en su propio discurso y conviven con una maraña de decretos, leyes y artículos que solo ellos entienden, o al menos eso nos quieren hacer creer.

Los dirigentes de la huelga tienen serias discrepancias entre lo posible y lo probable, una cosa es el mundo de las normas gubernamentales y las recomendaciones de las comisiones multisectoriales que pretenden regular el debe ser, y otra, la fría realidad del presupuesto y los descuentos de la SUNAT, EsSalud, AFP y la ONP que licúan cualquier aumento o gratificación. Resultado de ello, el año pasado aquellos dirigentes que ahora gritan indignados firmaron un acta aceptando términos que ahora desconocen. ¿Candidez? ¿Cálculo político ad portas de las elecciones del CMP? Lo tangible es que si han habido aumentos, nimios pero aumentos en sí. Sin embargo, aquella famosa acta ha traído también la pérdida de algunas remuneraciones extraordinarias pactadas entre un hospital y sus trabajadores. Culpar a la Ministra por su astucia es solo una culpa a medias, pues si no se está de acuerdo en algo y el acuerdo entre las partes huele a perromuerto, entonces no se firma. La dignidad es lo primero.

Por otro lado, los dirigentes tienen serios problemas en su campaña de comunicación. El mensaje real para la población es que lo único que nos importa es la remuneración, llegando al clímax del ridículo con el sueldo por cumpleaños, mensaje que por sí solo ha matado la huelga. Punto para el ministerio.

Una huelga médica es impopular en sí misma. Los medios de comunicación están atentos solo para ver cómo se jalonean policías, médicos y periodistas, en ese orden o todos juntos, teniendo como telón de fondo los gases lacrimógenos, los gritos y las cornetas. Esto se sazona en los noticieros magnificando los conflictos cotidianos de la atención en hospitales o los lamentables fallecimientos de personas con enfermedades terminales: todas las malas noticias son provocadas por la huelga. 

Por su parte, el ministerio de salud envía sus esbirros a los hospitales. Con una frecuencia y severidad mayor que lo normal llegan, con una mirada de extrema suspicacia, la Contraloría, La Fiscalía, la Defensoría y personal de la SUNASA, inquiriendo maliciosamente si los médicos estamos provocando un daño adrede a nuestros pacientes. Sus informes de auditoría, caen en lo ridículo, y permítanme burlarme, diciendo cosas como: “el médico tal ha puesto su sello en el margen derecho cuando la norma dice que es en el izquierdo…o… los médicos se han puesto camisa a rayas incumpliendo la directiva que dice que deben usar camisa blanca…”.

 ¿Y la reforma de salud? Bien, gracias. Todos la mencionan pero tangencialmente, para parecer políticamente correctos. El ministerio de salud tiene el deber de explicarnos por todos los medios sobre sus acciones y consecuencias directas. Pero no lo ha hecho. Los dirigentes gremiales la vociferan, y hasta invaden irresponsablemente reuniones académicas, para mentarla sin éxito y sin propuestas. El “me opongo a todo” es irracional y militante, pero estéril. Por ese lado, los dirigentes gremiales tienen la responsabilidad de proponer alternativas factibles y bien trabajadas, pero no lo han hecho.

Los problemas del ministerio de salud son estructurales pues arrastramos defectos normativos desfasados y asfixiantes, de los que son responsables los gobiernos de los últimos 30 años. Todo está diseñado para ser trabado. Por eso y a pesar de los fondos existentes las compras no se realizan o los insumos no se distribuyen a tiempo. Si queremos salir del entrampamiento las cosas deben cambiar, la reforma del sector salud debe ocurrir pronto. El entorno ha evolucionado hacia una sociedad más afluente y demandante que la actual estructura no puede satisfacer. Es nuestra responsabilidad cambiar así el cambio aterre a algunos.

Mientras tanto, la huelga continúa sin algo consistente por el que luchar. Al parecer el ministerio va ganando la partida y los dirigentes no saben cómo salir de su propio laberinto. Aquellos que aman el paradigma de las encuestas deberían preguntar a la gran masa de médicos que pensamos de todo esto. Pero no lo hacen. Al parecer prefieren que las cosas “cambien” para quedar igual. Pues la gran tajada de la salud no está en lo que haga el ministerio o la seguridad social sino en la práctica privada, que se ha llenado de corporaciones y compañías de seguros que manejan al médico como un asalariado más. De eso no se habla aún, pero creo que ya es hora de tratarlo con seriedad.

Hay que apurarse antes que el tema se haga intrascendente a la opinión pública y se vuelva a hablar de lo que parece importa más: los escándalos de la farándula, de la gastronomía, de la marca Perú y de lo bien que estamos.