martes, 20 de enero de 2009

Dust Managers


Lima es una ciudad desértica. Si no lo sabe aún mire sus zapatos al final del día. Espolvoreados y maltratados por una fina arenilla. Persistente y aguda.


Si es más acucioso puede ver como todas las mañanas, meticulosos trabajadores de limpieza se la pasan batiendo una escoba, en pistas, veredas y puentes, que lo único que logran es pasar el polvo de un lugar a otro, porque hasta ahora no he visto un cúmulo de polvo esperando ser recogido por el camión de la basura, como puede ocurrir con la maleza.


El trabajo de levantar polvo y de trasladarlo, acaso deviene en símbolo patético y permanente del hecho de ser limeños, de mantener el statu quo y hacer como que lo cambiamos, al final del día estará en el mismo lugar donde lo dejamos.


Así ocurre con ciertas personas que de tanto levantar polvo terminan sucios y manchados, y en algunos casos su mancha será indeleble.