Fuente: Diario16
El
problema fundamental del nuevo hospital de Niño estaría en su concepción. Los
indicios apuntan a que se pensó primero en el edificio y no en un plan de desarrollo.
Al
inaugurarse en forma atropellada el cascarón el 2011, a finales del gobierno
aprista, los médicos del hospital del Niño no tenían definido cuál sería su destino: un
traslado global, solo de algunas especialidades o si se crearían servicios
paralelos. Otro problema adicional serían las jefaturas, oficinas y
direcciones. Un solo director con dos sedes, dos directores, control de
almacenes y farmacia paralelos o unificados, etc.
El
Instituto Nacional de Salud del Niño (INSN), su verdadero nombre, es un
hospital especializado en enfermedades complejas conocido como de nivel IV. Su
partida de instalación data de 1983 cuando sobre la estructura del antiguo
hospital recibe el rango de instituto, lo que le confiere la capacidad de
investigar y dar normas sobre la salud del niño. En todo este tiempo, en la
medida de la gestión y el presupuesto se han creado servicios cada vez más especializados,
tanto en estructura como en recursos humanos.
En
teoría, al INSN solo deberían acudir los
casos complejos referidos de centros de salud periféricos pero en la práctica
atiende enfermedades comunes que ingresan por voluntad propia de los padres o
cuidadores, de este modo se atienden enfermedades de “capa simple” como diarreas,
infecciones de piel o enfermedades de vías respiratorias. La intención del INSN
es cubrir una demanda de niños afectados con enfermedades serias y que gracias
a la cobertura del SIS así como el mejoramiento del entorno sanitario, permiten
acceder a tratamientos más caros y complejos.
Y
aquí viene un problema adicional, la incorporación de nuevas tecnologías
terapéuticas crea un universo de pacientes clínicamente más complejos, con
enfermedades (o complicaciones) no
habituales al sistema sanitario. Acostumbrados durante décadas a saber que
hacer pero no poder actuar por falta de recursos, los médicos nos enfrentamos
al reto de una capacitación constante, tarea que muchas veces al Estado o a los
empleadores privados les cuesta reconocer.
Por
tal motivo, el airado reclamo para la instalación inmediata de los trasplantes
de médula ósea de inmediato es criticar una rama torcida en lugar del árbol que
creció mal. Los trabajos de preparación del llamado nuevo hospital de Niño
debieron iniciarse tanto a nivel de presupuestos y planos como de planes de
desarrollo organizacional.
Por
ejemplo, se ha tomado como caso emblemático el servicio de trasplantes de
médula ósea, que para instalarlo no solo se requiere de personal capacitado
sino que cuente con experiencia, la que no se construye en semanas. Los
trasplantes de este tipo necesitan de hematólogos, cirujanos, anestesiólogos,
además de inmunólogos e infectólogos, esto para comenzar pues si ocurren
complicaciones debe existir una Unidad de Cuidados Intensivos. Los pacientes
trasplantados son muy frágiles y están expuestos a severas reacciones
inmunológicas o infecciones. Pero no es lo único, adicionalmente debe existir
un soporte de laboratorio capaz de detectar la compatibilidad molecular de
donante y receptor, así como experto en técnicas de detección molecular de
gérmenes y sub poblaciones de glóbulos blancos.
Esto
es para citar un único escenario complejo y así podemos repasar otras
serias enfermedades pediátricas. Durante
años el sistema sanitario ha sido pobre y obsoleto, entonces la transformación tecnológica
debe ir acompañada de la formación de nuevos cuadros que el sistema académico
de post grado debe proveer. Asimismo, el Plan Esperanza (para pacientes
oncológicos) y el Aseguramiento Universal de Salud son buenas oportunidades
para ejercer buena medicina que no debemos ni desperdiciar, ni malgastar.
Si
a esto apunta la Reforma es algo que no tenemos del todo claro. El desarrollo
del llamado nuevo hospital de niño al parecer sería una unidad presupuestal y
organizativa independiente del INSN con nuevos recursos humanos. Lo que crearía
una dualidad que confunde.
Este
es el tipo de situaciones en la salud, que como muchas otras merece ser
ventilado públicamente sin necesidad de entramparse, con el fin de ofrecer
soluciones a enfermedades que aquejan a la población, en una situación social y
económica en las que el Estado puede solventar y donde el sector privado de la
atención sanitaria no desea o no puede proveer.