Hace mucho tiempo que quería hablar de ellos, pero por una razón u otra, la coyuntura me obligaba a escribir sobre otros temas. Siguiendo con mis observaciones de antropología médica quiero referirme ahora a Los Beatos.
Pero antes deseo excluir a todas las personas que por sus convicciones morales, familiares o religiosas tienen una sensibilidad exquisita para ver, conversar o digerir algunas situaciones incómodas.
Los Beatos no, ellos son plenamente conscientes de los errores humanos, es más algunos de ellos son devotos cumplidores del axioma: virtudes públicas, vicios privados o, para decirlo en otras palabras cultores de la hipocresía y la doble moral.
¿Qué hace un beato? al enterarse del error de alguien, que puede ser involuntario o no, primero se escandaliza, luego juzga y condena en forma inmediata en nombre de la ética y las buenas costumbres. Minutos después puede lanzar expresiones como: "claro, ya se le veía que era una persona inmoral", "bien escondidito se lo tenía" o "yo ya lo había detectado pero no decía nada". Por supuesto que todo eso lo adorna con expresiones de asombro guardando siempre un tono muy educado pero que destila veneno en forma tangencial.
Pasado el encuentro, como cumpliendo un protocolo, el beato escandalizará a otros beatos y diseminará el infundio como una mancha de petróleo en el mar.
Así cumplirán con el doble propósito de embarrar a las personas que no son de su agrado y aplicarán el chisme como una forma de redención de sus propios pecados, que suelen no ser pocos.
Fenómeno de proyección que algunos psiquiatras llaman.