martes, 15 de enero de 2008

Agú


En medio de un fuego cruzado debido a la huelga, incrementado esta semana con el ingreso el Colegio Médico, nuestro ministro de Salud inició una táctica de distracción, la propuesta de formar un Ministerio de la Infancia.


Con el propósito de integrar los programas sociales, de mejorar la recepción de recursos y de promover la inversión de los gobiernos regionales se ha lanzado la idea a juzgar por una noticia del diario Gestión en su edición de ayer. Parece que fue un globo lanzado pues esta mañana no ha habido eco en los noticieros matutinos.


El problema de la Desnutrición Infantil es crónico en el Perú, y de hecho ya vemos generaciones de adultos que han derivado de poblaciones con desnutrición crónica, es decir el enanismo nutricional.


A lo largo de la historia se han desarrollado programas de soporte nutricional, como el PANFAR, que funcionaron con el apoyo de la cooperación externa, pero no ha sido el único y como éste un buen numero de ellos se encargó de la distribución de alimentos y la implementación de adecuadas estrategias de crianza y educación sanitaria, que son indesligables si queremos que los niños del país crezcan sanos.


El problema de estos programas es la duplicidad, el aumento de costos administrativos y la ineficiencia.


Por lo tanto, el anuncio de un Ministerio de la Infancia aumentara los problemas antes mencionados sin asegurar que los objetivos en disminuir las brecha que separan a los niños sanos de los que están en riesgo se cierre.


La desnutrición crónica en el país bordea el 24%, pero en la zona del trapecio andino llega hasta el 50%. Disminuir unos puntos porcentuales de esa tasa requiere de estrategias transversales, que no se limitan a la entrega de alimentos o el desarrollo de una nueva burocracia.


Con lo que tenemos es posible, mejorar el acceso a salud en zonas remotas, en paquetes culturalmente aceptables, lograr el acceso a educación básica, disminuir la pobreza con el consiguiente beneficio en las condiciones sanitarias, asi como erradicar la discriminación de genero y la explotación infantil, debe ser abarcada como una estrategia que tenga la fuerza de una política de estado. Ya existen experiencia en el país como Crecer, Juntos o las implementadas por UNICEF que han demostrado tener impacto.


En lugar de perder la mañana cantando e inaugurando postas, o amaneciendose visitando emergencias, el Presidente y el Ministro deberían impulsar esta política, que tendría un apoyo multipartidario y regional sin obstáculos.


No soy un experto en el tema de salud infantil pero creo que no podemos inventar la pólvora, ya todo esta escrito es hora de ponerse a trabajar.


No es hora de tácticas de distracción, la promoción de una infancia saludable es una política no un Ministerio