Los peruanos caminan de costado, a ritmo de procesión. Igual sucede con el manejo de los vehículos. Como si llevaran la procesión del Señor de los Milagros en los genes.
Nunca los pasos son decididos, con un objetivo claro o apurados por la premura del tiempo. Para los peruanos siempre hay tiempo, nada apremia, nada ajusta.
Basta verlos en las calles o las avenidas congestionadas. Allí siempre intentando ingresar al carril del vecino, nunca avanzar en el propio, ése es para los zonzos. Esa medianía impide avanzar a los que quieren ir mas rápido, a lograr sus metas.
Así los autos avanzan apelmazados, abrazados como en una cuadrilla de ciempiés intentando seguir un sólo ritmo. Por eso no importa que las pistas se arreglen o los autos sean nuevos, desde un Tico hasta un BMW, manejan igual, uno por ignorante, el otro por pedante. Los de atrás siempre deben de esperar, ese es su destino.
Igual es en las veredas, estrechadas por los vendedores ambulantes por las personas que caminan en filas de 2,3 o 4, no importa el numero sino que llenen la vereda, sin importar quien viene detrás o al frente. la idea es ocupar el ancho total y asumir que los demás deben seguir su ritmo.
He tratado de evaluar el porque de este comportamiento, descontando el hecho de la incultura cívica, queda el nulo respeto al Otro, quien importa un pito.
Una muestra mas de nuestras propias carencias como sociedad. De nada servirá que exista mas dinero si no podemos reconstruir el piso moral que hemos perdido.
Lo peor de todo es que esa conciencia se ha trasladado al quehacer público y político, donde a diriegentes y muchos subordinados conviene lalentitud de las cosas.
