miércoles, 11 de noviembre de 2009

El Comercio




Yo no leo El Comercio y he rechazado sistemáticamente las ofertas de suscripción en los últimos años. Menos aún compro la edición del Domingo, las pocas veces que lo hice hace ya buen tiempo fue para buscar trabajo o vivienda.




Yo no leo el Comercio pero me mantengo bien enterado y le sigo los pasos de cerca. A mi entender, su línea editorial deja mucho que desear, es sosa, monótona y complaciente. Aparte de haber cometido bajo la actual administración algunos gaffes: como no recordar el escándalo de racismo inventado por su reportera en España, o las conclusiones sobre mujeres y pobreza en un reportaje de meses atrás.




Las páginas políticas son soporíferas, evitables y olvidables, de vez en cuando lanza un dato o una idea como quien no quiere la cosa, pero no los desenrolla con sagacidad ni lanza propuestas interesantes.




Su línea cultural es pobre y farandulera, sino dénle una mirada a Luces o al suplemento Escape, insustancial, hedonista y volátil. Tampoco considero que deba de ser erudito y académico, o hasta aburrido ya que se debe a lectores de todo tipo. Ni que decir del suplemento Dominical, dizque cultural, que barrió con sus editores anteriores y lo convirtió en una edición de línea indefinida, por ejemplo el pasado domingo la edición completa estuvo dedicada al cambio climático para dummies, que bien pudo ser mejor trabajada y presentada en otra sección del diario.




Y pasando al plano de comics o el suplemento deportivo nos encontramos con mas de lo mismo, en el mercado periodístico los líderes de opinión son otros. Y el suplemento Somos puede ser bueno y motivo de tertulia para un té de tías, pero no deja de ser insustancial e intrascendente.




Pero si comparamos nuestro "decano" con sus pares de Chile o Argentina, se ahondan las deficiencias, con la era digital ya es posible tener el diario tal cual se vende en las calles de Santiago o Buenos Aires.




Al margen de la línea conservadora lo que molesta de El Comercio es esa línea media y equidistante que huele a acomodaticia. Como me repite mi padre siempre, que trabajó en La Prensa, El Comercio camina entre el avisaje y la conveniencia política.




Es cierto que la filosofía del diario es conservar el sistema y las buenas costumbres, y no hay nada de malo en ello, pero debería apostar más por ello y si para eso tiene que pisar algunos callos, que lo haga.




Esa es la pasta del periodismo de verdad, la sociedad lo necesita y los lectores merecemos opciones mas inteligentes y trabajadas.