lunes, 7 de abril de 2008

Where is the Stamp?


¿Dónde está el sello? Esa fue la pregunta que sorprendió hace unos años a dos pasantes norteamericanas en una dependencia del MINSA.


Ellas solicitaban permiso para iniciar un trabajo de investigación, tenían el protocolo, el formato de consentimiento y las cartas de sus tutores. Sin embargo, el expediente fue archivado pues la carta de presentación no llevaba el sello del investigador principal. De nada valió que mostraran sus papeles en regla, el expediente no fue aceptado hasta el momento en que volvieron con la carta sellada.


El Sello se ha convertido en el fenotipo de cada médico, no importa si uno entrevistó, examinó, escribió y firmó una nota en la historia o reporte médico. La ausencia del sello invalida todo acto médico para ciertos burócratas o colegas con dos dedos de frente.


Un sello en el Perú se puede falsificar con suma facilidad , ya que en ningún taller le solicitan a uno el DNI para grabar su nombre en la placa de caucho. Ninguna pericia podría demostrar la validez de un sello como si se haría con un manuscrito o una firma.


Sin embargo, el sello es una muestra de una visión corta de las circunstancias, de las incongruencias administrativas o fruto de algún deleite masoquista de los auditores médicos, nueva mutación entre los miembros de la Orden, si antes fueron gerentes, éticos o investigadores ahora los auditores está de moda.


Entonces, hemos pasado desde las épocas del sello de escritorio, que mis jefes nos obligaron a usar en la Emergencia, donde lo llevábamos envuelto en un papel para no manchar el mandil, como la plata envuelta que llevan las caseras en el mercado, hasta sofisticados dispositivos camuflados en lapiceros o reducidos a un tamaño de bolsillo.


El efecto colateral, y el lado mas peligroso de todo esto, es que se genera una desviación a la norma social: los sellos son entregados a terceros, así de manera consciente, pero irresponsable, se transfiere la potestad del acto médico hacia uno que puede ser incompetente, inexperto o negligente, asumiendo el titular una responsabilidad tan grave como firmar un cheque en blanco.

Tal sería el caso de el médico captado en falta por la supervisión del MINSA, donde lo criticable es que entregue su sello y no que se quede dormido en una guardia.


El sello pues para algunos de nosotros es lo que es, un instrumento prescindible en el acto médico, pero para otros, y veo con espanto que son los más, es una condición sine qua nom de nuestras actividades.


Para ellos existe toda una gama de variedades, campo de estudio de antropología médica, expresando su personalidad, sus carencias o alguna desviación psicoanalítica. Paso a describir algunos hallazgos resaltables:




  1. El inseguro: coloca Dr. en mayúsculas.


  2. El de proyecciones fálicas: coloca un pulmoncito para resaltar su especialidad, me pregunto que pondría un urólogo o un ginecólogo.


  3. El ansioso: coloca el CMP, RNE, RUC.


  4. El marketero: coloca CMP y Celular.


  5. El ostentoso: coloca el grado de Magíster o doctorado.


  6. El aspirante: residentes que colocan su año académico, el inconveniente es que tienen que cambiarlo cada año.

Me pregunto si en estas campañas de amedrentamiento que esta realizando PNG contra los médicos incluirán la estrechez de colocar el sello por encima de todas las circunstancias.