El ministro (?) fue abuchead0 en el Hospital Loayza, al que llegó sin avisar a las autoridades hospitalarias, confiando en su impunidad mediática. Hizo ingresar además, con la ayuda del director de la DISA Lima Ciudad, a su portátil y un bus que llevaría pacientes no atendidos: estaba dispuesto a hacer su Operación Milagro, al igual que el inefable Hugo Chávez hizo en Perú con las campañas de Tratamiento de Cataratas. Caimanes del mismo pozo.
Poco le duró. Un grupo de médicos desató el repudio general, en el que se incluyen otros estamentos no participantes de la huelga, pero hartos también de la política de insultos de HGL, quien salió expectorado como un indeseable.
Como única respuesta, tildó al grupo de médicos, que bordeaba los 120, de cobardes y de tener de rehenes a los pacientes. Miente y difama, descaradamente. Por un lado, reventó una rabia contenida, por el otro, la frustración y la impotencia de ser barrido lo hizo decir tonterías.
Hace tiempo que ha perdido autoridad entre nosotros. Entró por una puerta y pocos minutos después salió`por otra, hizo el mismo recorrido que hace la procesión de octubre, pero ahora no se trataba de un acto de devoción sino de uno de desinfección. Por eso se pudo ver a muchos médicos acompañando el desalojo, que aunque por razones de humanidad no desatienden a sus pacientes hospitalizados, y que aparecen en las estadísticas como no huelguistas, estuvieron allí para decir lo mismo: ¡Fuera!
Este incidente marca un antes y un despuès. El ministro (?), que ahora ha quedado relegado a tèrminos como ministrillo, ministrúsculo o ministrajo, está avisado: no podrá ingresar a los hospitales a insultar ni denigrar, lo estaremos esperando.
Yo no se qué se espera en el Gobierno, los MInsitros, los de verdad, tienen dignidad y renuncian. Ahora no importa si lo desaforan o le buscan una salida decorosa, ya no tiene nada que hacer en el despacho que hace rato le quedó grande.
Tuvo una oportunidad de oro para hacer bien las cosas, ahora sólo le queda la puerta falsa.